domingo, 4 de diciembre de 2011

VIENTO A VIENTO

Finales de noviembre. El otoño comienza a mostrar su cara menos bucólica, la más descarnada, o por mejor decir, la más deshojada. Dos temporales consecutivos tapizaron de oro el parque de San Francisco. Del tronco húmedo de un castaño, que parece la piel mojada de un elefante, brota un verdín decantado que indica el norte. Sus hojas transitan del verde al ocre en una decoloración que ningún pincel podría imitar. De los dos álamos de la plaza de Grano sólo resisten, temblonas, las hojas más altas. Las que arrancó el viento se acurrucan entre los cantos del suelo, envidiosas acaso de las que cayeron a la fuente, que vivirán un poco más a cambio de escucharle al agua su secreto. A los abedules de la plaza de Correos, aún cargados de monedas, no tardarán en ponérsele las ramas moradas, como si el frío les cortase la circulación o el tronco avariento no dejara savia para ellas. Se va entrando la vida, viento a viento, en su cuartel de invierno.

                                Abedul                                               Castaño

1 comentario: