sábado, 14 de enero de 2012

MI RUISEÑOR

A pesar de mis frustrantes lagunas en Historia, de haber olvidado tantas veces como memoricé el árbol genealógico de los Austrias y los Borbones, de mi ignorancia enciclopédica en materia económica, aun en estos tiempos en que los telediarios abren con el íbex y la prima de riesgo (¿y quién es Riesgo?), ningún conocimiento me podría haber dado hoy mayor satisfacción que haber averiguado que el pájaro que vi tantas veces en los álamos junto a la antigua granja escuela es el pito real, y que el canto que aceché tantos amaneceres en la fosca maleza a los pies del psiquiátrico es, como sospechaba, el del ruiseñor.

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