domingo, 1 de enero de 2012

MONEDAS PARA LUEGO

       Dejar sobre el papel el instante, como el niño que guarda una moneda para luego, para poder recobrar siquiera una parte del calor de aquella hora de luz: unos minutos de la primera noche del año en el balcón, a solas con la monserga de la fuente; un paseo de buena mañana por las callejuelas del Barrio Húmedo, sorteando la muda desolación de serpentinas, antifaces y gorros de papanoel pisoteados, en dirección al rastro de Zapaterías, donde adquiero casi de balde las Obras Selectas de Gómez de la Serna en Plenitud, mil monedas para luego…

        Dejar aquí el instante a sabiendas de que el árbol de ese recuerdo irá perdiendo sus flores, sus hojas y hasta sus ramas, hasta ser sólo tronco, tronco mondo, pero tronco al fin.


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