sábado, 19 de enero de 2013

VISITANTES

     De vez en cuando aparece en el baño uno de esos diminutos insectos acuáticos de apariencia prehistórica, cuyo nombre no he sido capaz de encontrar. Son seres duros, y se mueven entre las cañerías como pedro por su casa. Nos caen simpáticos y normalmente respetamos su vida, como cuando vemos a una hormiga desorientada buscando la picada por la que salir. Pero cuando son dos los visitantes, la cosa cambia. Nos parece que se han tomado demasiadas confianzas y, no sin culpa, los aplastamos o, por no mancharnos las manos con el crimen, abrimos el grifo para dar salida al agua que haga embocar sus cuerpos en la tronera del desagüe. Tal liviandad es la suya que a veces no entran a la primera, y rodean el sumidero como esas pelotas de baloncesto renuentes a entrar por el aro. Hay entonces que rebañarlos con el dedo y aplastar lo que queda de ellos contra la parte interior del desagüe, lo que constituye el grado máximo de mala conciencia. Así se vengan póstumamente de nosotros, tan malos compañeros de piso.

1 comentario:

  1. quizá sirva de penitencia que de tal acto surjan palabras que para algunos otros - los que te leemos- son buenas compañeras de piso.

    ResponderEliminar