viernes, 29 de marzo de 2013

RUIDITOS

        En el teatro de la Laboral, en Gijón, al inicio del concierto del compositor islandés Jóhann Jóhannsson, en medio de un frágil paisaje sonoro, despierta general chifla el estornudo de una lata de refresco. Al poco rato comienza a oírse el persistente ruido de un plástico. Por costumbre, pienso en el inevitable caramelito de menta de la señora de atrás. La operación, que muchas veces se convierte en auténtica porfía, es comúnmente realizada con exasperante lentitud, acaso porque piense la catarrienta señora que así hace menos ruido, cuando lo que hace es ruido durante más tiempo. Pero no, ahora que lo pienso no hay señoras catarrientas con caramelitos de menta en estos saraos festivaleros. Al buscar la fuente sonora, la hallo en T., que hurga en la bolsita de sus particulares mentolados. D., entremedias, le mira señalándose la nariz sin decir palabra. T. se percata de nuestra atención, guarda el percal y se arrellana. Cuando finaliza ese primer tema, de unos diez minutos, y una base rítmica anuncia un cambio de dinámica, su voz nos sobresalta: “Vale, parece que ya empieza esto, creí que nos habíamos confundido de sala”. Sencillamente, no concibe que un concierto de un festival sea para estar en silencio, y menos sentados.  

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