jueves, 5 de septiembre de 2013

MITOS Y FLAUTAS

     Me llegan las primeras pruebas de Mitos y flautas. ¿Hago bien publicando estas prosas? ¿No menoscabo con ellas la credibilidad del poeta, el valor de los poemas? A días valen, a días no. Puse en ellas el mismo rigor que en los versos, acaso más tiempo. De hecho, no creo que haya entre unos y otras una diferencia esencial, no son sino dos caminos distintos para llegar a un mismo lugar. Lo expresa muy bien Trapiello: la poesía es el cuerpo de la literatura, y los géneros los trajes con que vestimos ese cuerpo.

Puede ocurrir también que la idea de hombre que dejan entrever las prosas no sea la misma que trasluce en los poemas. Pero no pienso que esto sea malo ni deba extrañar. Me referí una vez a la poesía como “la verdad que eres”; habría sido más exacto decir una verdad que eres. Nadie es una sola persona. Qué diferente el Bejarano poeta, tan mórbido, tan melancólico, del Bejarano prosista, tan luminoso. A los dos nos los creemos.

Expuestos estos o similares titubeos a mi primo poeta, acaso esperando que me diera algo de jabón, me respondió que ahí dudamos todos. Se refería a la prosa de los poetas, y yo adiviné en lo lacónico de su respuesta el deseo del mentor por ayudar al neófito a que aprenda a volar solo. “Quien nunca da por acabada una obra siempre termina acabando con ella”, advierte en su Catálogo de asombros. Y qué a propósito, pues cada vez que corrijo estos Mitos y flautas le nacen veinte enmiendas, si no son cuarenta, y se me antoja que las pruebas de imprenta podrían convertirse en un perpetuum mobile en canon en el que yo me persiguiera a mí mismo ad infinitum para desesperación del editor. No va más, igual que todo tiene un principio, ha de tener un final. No debería doler demasiado que se le vean las costuras, que no han de ser sino las de su creador, y que al minuto de nacer advirtamos disgustados algunos hilos sueltos, pues ¿no es hijo de padre humano, acaso demasiado humano?

Cubierta de Mitos y flautas (La isla de Siltolá)

1 comentario:

  1. Algunos aun seguimos pensando anacrónicamente que es necesaria la gracia del objeto para que algo habite en el mundo. Y es que frente a lo electrónico, el papel encuadernado siempre tendrá una ventaja indiscutible: la de poder pasar de mano en mano como una moneda del tiempo.
    Un abrazo.

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