jueves, 7 de septiembre de 2017

DIARIO DE MADEJUNO, II



Lo mucho cansa, y yo temo empezar a aburrir con estos relatos de montaña que al urbanita que odia los bichos (la mayoría), bastante le van a interesar. Pero ya que pusimos el I vamos con el II y cerramos pronto la temporada con el III. Me había acostado más tarde de lo usual en estos pagos porque era la noche, decían, en que mejor se podían apreciar las Perseidas, si bien la luna llena restaría oscuridad y vistosidad. Pero a mí la luna llena también me valía, así que hice tiempo anotando estas cosas hasta las once, hora en que se apagan las luces del refugio, y salí a sentarme en uno de los bancos. Había allí tres o cuatro fumadores con su manía (hablaban de la “directísima” del Naranjo). Lo difícil era que la luna, más grande cuanto más temprano y cuanto más cercana al horizonte, apareciera por el Norte, único punto cardinal por el que el refugio de Urriellu escapa de su encajonamiento. Pero la veleidosa no aparecía, y las pocas estrellas que se imponían a la claridad del cielo respiraban con su tranquilidad de siempre, sin verse alteradas por las corridas de los impetuosos meteoros. Con todo, la noche era maga y me acosté más que pagado.


A las 6 ya entra al barracón una luz sin contornos, y la niebla invita a perecear. ¿Y si me quedara en el refugio todo el día en plan virgiliano? Tras lavarme con el agua cortante de la fuente y desayunar un café, lío el petate. “Hemos venido aquí a andar.” A mitad de la canal de la Celada se entrevé un claro. Esta vez la niebla sí quedará abajo, sin subir de los 2000 metros, altura sobre la que estaré todo el día. Ya en el collado donde termina la canal, me doy el gusto de satisfacer una vieja curiosidad. Dejo la mochila y llego hasta la misma base del “Picu”, donde arranca el primer largo de la Sur. Sigo un poco más hasta un desventido de unos 300 metros desde el que se ve abajo el refugio y, enfrente, una panorámica sublime del macizo central. Estoy muy cerca del Tiro del Torco, que se ve que se sube bien, pero por no alterar más el plan vuelvo hasta el punto donde dejé la mochila para encarar la collada Bonita. Sigo hasta la entrada de la canal del Vidrio y giro hacia los picos de Santa Ana. A izquierda y derecha, los collados de La Canalona y de Santa Ana, en el que como en compañía de dos chovas piquigualdas.


Tengo enfrente los Tiros de Navarro (2602 y 2598), que pretendo subir, pero debo descender hasta casi su base para rodearlos y atacar por detrás. Salvo una trepada corta con buenos agarres al principio, la subida es tendida y cómoda.
El verso del destino es claro, pero a menudo el borrador del camino es oscuro. Hay en su transcurso continuas decisiones. Unas son acertadas y otras no, y otras parecen desacertadas y tal vez no lo sean, y al revés. El caso es que, teniendo todo el día, me recreo demasiado y me voy del camino muchas veces, aunque creo que casi siempre por cientovolandismo.  Miro a menudo el plano, pero es para perderme con conocimiento de causa. Me gusta conocer el nombre de los picos, los collados, las canales, los hoyos. Me apena saber que la próxima vez que venga habré olvidado algunos. No concibo que se pueda venir aquí anteponiendo la pequeñez de uno a la grandeza brutal de todo esto, indiferente sólo en apariencia. Desde la cumbre del Tiro más alto se divisa, imponente, el cordal de Los Campanarios, los dos picos de La Morra, el Naranjo, Peña Castil, el Hoyancón, y detrás los Albos, el Neverón, la Párdida, Cabrones, Torrecerredo…


De bajada quedan en mi dirección los Tiros de Santiago, de los que subo el más bajo y sencillo, y desciendo por una gran llambria entre ellos. A partir de ahí sigo el camino inverso al de la ida. Llego al refugio, otra vez, justo para la cena. Me siento junto a un grupo de amigos franceses de 60 años para arriba que tienen la costumbre de ir todos los veranos a una zona de montaña de Europa. Son muy atentos y me alegra hablar con ellos. 

2 comentarios:

  1. Yo no iría ni loco al monte (en todo caso, llevado por porteadores) pero disfruto mucho leyendo estas crónicas: son excelentes.

    ResponderEliminar
  2. Gracias, Ángel. Por suerte el mundo es grande y hay de todo y para todos. Tampoco se está nada mal En Compostela.

    ResponderEliminar